Retos para la España de Hoy y de Mañana

  1. Reconstrucción de la Identidad Nacional

La situación de autocomprensión de la sociedad española pasa por un momento crítico, en una dinámica de disgregación y ruptura que amenaza con romper una convivencia y una historia común de más de 500 años como nación moderna, pero de bastante más como comunidad de comunidades con rasgos compartidos que fueron creciendo y desarrollándose en común, dentro del marco europeo. No existen solamente razones de orden económico que sostengan ese acoso y derribo a lo español, sino que de fondo lo que hay es una pérdida de autoestima, de autocomprensión y autovaloración de la identidad común como un valor y un rasgo óptimo y válido en el que sostenerse como individuo y como comunidad en este tiempo de la historia, como no había sucedido contemporáneamente desde la crisis del 98 probablemente. Se hace pues necesario una respuesta articulada y completa que potencie la identidad nacional, no como un mero apunte de historia y de logros pasados, sino que ponga en valor los rasgos que la cultura española tiene, aquellos valores y señas que España como nación europea ha aportado a la cultura global y por lo que es reconocida internacionalmente, los signos de identidad propios que desarrollen un sano orgullo y una sana autoestima del potencial que supone la convivencia como sociedad unida que comparte una comprensión del mundo, una forma de vivir y de entender, unas actitudes ante la existencia, una cultura y unos logros, además del valor de la historia compartida, que son un potencial para el presente y el futuro, que nos articulan como sociedad y que nos sitúan en la historia, en Europa y en el mundo con una identidad propia y compartida capaz de aportar valor de proyecto, ilusionante y enriquecedor, al proyecto Español.

  1. Regeneración del modelo educativo

Seis leyes educativas en algo más de treinta años, es un dato alarmante. Uno de los factores claros de decadencia del proyecto español es la ausencia de un modelo educativo estable, claro y centrado conforme a fines de interés general y de desarrollo humano, lo cual ha llevado a la sociedad española en su fase de restauración democrática desde 1978 a índices más que preocupantes de fracaso, ineficiencia e ineficacia en el ámbito educativo. Utilizada la educación unas veces de forma ideológica, poniéndola al servicio de intereses de partido o de grupo para adoctrinar a los futuros votantes, y otras como un mero servilismo al mercado, entendiéndola como una factoría de producción de títulos y mano de obra para las necesidades laborales de los empresarios, pareciera que se ha renunciado a aquello que la educación debería ser en sí misma: el proceso de crecimiento y de maduración de la persona en sus distintas dimensiones: intelectuales, físicas, espirituales, morales, artísticas, relaciones, identitarias, sociales y aptitudinales. Urge pues una regeneración del modelo educativo para atender a la clave que permita un futuro capaz de articular modelos sociales y humanos alternativos a la actual situación de perpetua crisis neoliberal, de devaluación de la idea misma de persona y de sociedad, desarrollando un planteamiento educativo estable que permita dar frutos, alejado de planteamientos tanto ideológicos como meramente funcionales, y en los distintos niveles académicos -básicos, universitarios, profesionales y de renovación y readaptación laboral-, eliminando vicios acendrados tras más de treinta años, que hablan de inmovilidad, ideologización, nepotismo, servilismo o endogamia.

  1. Reindustrialización: i+d+i y eco

Apostar por modelos de crecimiento económico alternativos al mero sector servicios del que vive la cuenta de resultados nacional, se ha convertido en una urgencia. Es radicalmente urgente que la economía del país no dependa del ladrillo o del turismo, tan volátiles. La cada vez mayor amenaza de deslocalización industrial, exige una competitividad en el mercado internacional económico que ha de venir orientado por las sendas abiertas con el desarrollo técnico y tecnológico actual, que han de marcar la necesaria reindustrialización del país. La inversión en investigación, desarrollo e innovación tanto en el proceso de construcción de futuros activos, como en el de la producción y elaboración de valores presentes –de consumo o de desarrollo- , por no mencionar el más que evidente dato del modelo educativo que permita ésto, evitando la fuga de cerebros o el exilio económico de mano de obra cualificada, han de estar entre los retos que abordar para la revitalización nacional, situando a España como una realidad competitiva y atractiva en el marco europeo. Y con el central desafío de la naciente responsabilidad ecológica, urgencia real y social de nuestro tiempo histórico, ante la amenaza que sufre el planeta, que abre a su vez multitud de posibilidades de desarrollo industrial, desarrollando una marca industrial española verde y tecnológica, ecológica e innovadora, competitiva y eficiente.

  1. Renegociación de la presencia en la UE

El contexto natural político, histórico, económico, cultural y social de España es, evidentemente, el marco europeo. Como nación europea que geográfica y socialmente es, comparte historia, destino e identidad con el resto de naciones y pueblos de Europa, por lo cual es imprescindible que ese vínculo natural sea desarrollado, potenciado, cuidado y cultivado, en una red de mutuas dependencias y enriquecimiento, de cooperación y desarrollo. El actual modelo de la Unión Europea, pareciera que ha desdibujado el verdadero nexo de unión entre las naciones y pueblos del continente, resituándolo en claves exclusivamente económicas y financieras, y además en el marco de modelos neoliberales que se posicionan casi que más que al servicio de las naciones, sociedades e individuos, como una superestructura servil que rindiera pleitesía y pusiera todo un continente al servicio de las grandes corporaciones empresariales y financieras, y tanto en lo estrictamente político y económico, como en lo social y cultural, desarrollando modelos de convivencia y de conducta que faciliten los sistemas de consumo y de producción de la búsqueda desordenada del beneficio máximo caiga quien caiga. Es por eso que es imprescindible una renegociación de la presencia de España en la UE, para contribuir a la transformación de la Unión, en lo que realmente debería ser, posicionándose así en un frente más amplio de los movimientos europeos que buscan un cambio de rumbo a lo que Europa debería ser, y a cómo construir una alternativa de la red de conexión y mutua dependencia de las naciones europeas.

  1. Replanteamiento de la estructura estatal

No hay que ser excesivamente lúcido para comprender que el modelo de articulación estatal de España es uno de los retos centrales políticos a los que nos enfrentamos como nación si queremos sobrevivir como comunidad cohesionada. El modelo autonómico –uno más de los intentos en la historia de dar solución a este elemento de la identidad nacional española, que es la pluralidad territorial en un marco de unidad, como hubo antes modelos centralistas, de mancomunidades, forales, provinciales, o de reinos autónomos…- está dando señales de agotamiento por los dos polos de la ecuación: tanto por sus excesos disgregadores, como por sus defectos unificadores, y probablemente porque no dejó de ser un modelo artificial que no respetaba ni una lógica clave de herencia cultural ni una natural dimensión de desarrollo histórico. Es pues necesario hacer una labor de replanteamiento de la estructura del estado sin perder de vista el previo factor de unidad de identidad y política, pero igualmente sin dejar de valorar como una riqueza y una seña de identidad, la pluralidad de los entes que componen la construcción nacional. Ese modelo exige pues un desarrollo en una verdadera clave de subsidiariedad, mejorando las redes nacionales de coordinación de esos entes territoriales, y sin perder de vista que hay que salvaguardar ámbitos nacionales que articulen el proyecto común de convivencia.

  1. Revitalización del mundo rural

Es un grito silencioso el de la progresiva desaparición del mundo rural en España, a merced de la producción intensiva en lo económico –camino de servidumbre de los cauces del mercado neoliberal actual, amén de terrible herencia histórica de fallidas leyes de reformas agrarias- y a merced de una muerte cultural y social en cuanto a lo poblacional y a los estilos de vida actuales tecnológicos y de consumo. El campo se muere, se vacían los pueblos y hay un nuevo éxodo a la ciudad que anuncia modelos macro-urbanos que los gurús de las nuevas transformaciones se encargan de comenzar a anunciar tratando de acelerar su cumplimiento. El campo español no encuentra los caminos para sobrevivir, pues se le atenaza con modelos y practicas económicas que le asfixian, y se devalúa el intrínseco valor de identidad de la forma de vida del mundo rural, a merced de la constante generación de necesidades artificiales y tecnológicas. Urge dar cauce a una revitalización del mundo rural, implementando capacidades educativas adaptadas a la realidad rural, infraestructuras actuales que se han convertido en necesidades básicas de vida, ayudando con incentivos a la revisión de los modelos productivos, buscando mercados que hagan competitivo el desarrollo rural y tratando de evitar la dependencia fantasmal de ayudas públicas que están acelerando la muerte del campo español.

  1. Reducción y racionalización del gasto propio de las administraciones

La actual locura paternalista de un estado omnímodo que atiende a absolutamente cada situación que se presenta, unida a un clientelismo que necesita asegurar el apoyo y el voto de una ciudadanía desarmada crítica y socialmente, han agigantado las administraciones de tal modo que se produce una hiperesquizofrenia del gasto público, que atiende a multitud de superfluos e innecesarios gastos de cara al bien común –potenciando con ello el fraude de la corrupción…-, desviando así fondos más que necesarios para políticas sociales, educativas, sanitarias, asistenciales y de bienestar, que peligran o no se pueden desarrollar. Exige pues ese doble movimiento de racionalizar el gasto de las administraciones, y reducirlo a su justo término, no evitando gastar en lo que es más que necesario y atiende a las necesidades del bien común con el cuidado de las franjas de población más amenazadas y con peores recursos, pero si reduciendo el inmenso gasto superfluo que se da debido al clientelismo y a la servidumbre con los modelos económicos y sociales del mercado.

  1. Rediseño de los modelos tributarios impositivos

No es ingenuo reconocer la sed recaudadora tributaria y el afán reptiliano de las administraciones, si partimos de esa hiperinflación del gasto público ya señalada. Es por eso que se da la urgencia de rediseñar los modelos tributarios, para racionalizarlos evitando convertir la necesaria colaboración de todos los españoles con el estado, pensando especialmente en una justa redistribución de la riqueza y en la búsqueda del cuidado de los que se encuentran en situaciones de desigualdad y de condiciones de desarrollo más injustas, evitando que esa responsabilidad común de cuidado y de justa convivencia de las claves comunes por las que el estado y las administraciones han de velar, se transforme en un monstruo fagotizador de toda iniciativa privada y de constante merma del justo y legitimo patrimonio o enriquecimiento por el trabajo de los españoles.

  1. Refortalecimiento de las políticas poblacionales de natalidad.

La verdadera riqueza de una nación es su gente, su pueblo. La actualidad de la natalidad española y europea, amenazan un futuro próspero, por lo que revertir el proceso de aceleración de despoblación nacional exige concretas medidas políticas, económicas y culturales que incentiven la natalidad, facilitando la conciliación laboral familiar, y con medidas de distinto ámbito que potencien la necesaria revaloración social de la natalidad: poner en valor culturalmente la maternidad y la paternidad, medidas fiscales y tributarias, concretas ayudas educativas o asistenciales, etc.

  1. Refuerzo del sistema de seguridad social, salud, desempleo y protección social

Si casi está fracasado el modelo del bienestar importado de las socialdemocracias europeas de los años 50 y 60, ha sido precisamente por el auge del neoliberalismo capitalista que ha despilfarrado el capital humano y social en una voraz y egoísta ola de acaparamiento que ha beneficiado al capitalismo internacional financiero, por lo que urge salvar los logros sociales de protección a los que dio lugar, reforzando el sistema de cuidado de la población con una racionalización del gasto y con una proyección que asegure las cuatro claves centrales del modelo de protección: la seguridad social en las pensiones y la salud, en las ayudas al desempleo y en la protección social de quienes sufren más las brechas de la desigualdad, potenciando un quinto elemento que sería el de procurar el acceso al desarrollo de las capacidades humanas a través del esfuerzo y la educación, que permita labrar en justicia modelos humanos de plena dignidad.

  1. Reorganización de las políticas internacionales

Cuatro ejes deberían guiar la presencia internacional de España de cara a esta futura regeneración nacional. Primero un aumento en el ámbito de la cooperación y la solidaridad, de modo que ayude al desarrollo de aquellos países del eje norte-sur que se han visto dados de lado en los modelos de desarrollo del capitalismo neo-liberal y por tanto empujados a ser sociedades de las que lo mejor que se puede hacer es huir; y aumento de la cooperación no necesariamente en el ámbito propiamente económico –que también, siendo parte de la racionalización del gasto- sino en distintos frentes como el educativo principalmente o el de proyectar políticas internacionales con nuestros socios que abunden en esa línea de desarrollo de los países del sur, no viéndolos como mero granero del que abastecerse y sosteniendo a sátrapas tiranos que dócilmente colaboran con las corporaciones financieras internacionales a cambio de las migajas del pastel. Un segundo eje ha de ser el del rediseño de los modelos migratorios, asumiéndolos como una realidad difícil de anular, pero que sí puede ser racionalizada, respetando la humanidad de los migrantes, y por tanto siendo conscientes de que el tráfico de personas es un delito internacional comparable al del histórico de la trata de esclavos, con lo que exige una comprensión humana y legal del problema, que busque soluciones en origen. Un tercer eje es el de la comprensión del compromiso de España con la Europa de los valores y la civilización occidental, de modo que se comprenda y se trabaje para que Europa no sea un mero club financiero y económico, sino una real cosmovisión de sentido que comparte no sólo historia, sino toda una serie de rasgos de identidad que la convierten en un agente histórico cualificado para la transformación del mundo cuando es capaz de articular redes de colaboración que traten de desarrollar y no negar precisamente esa identidad compartida. El cuarto eje ha de ser el de la Hispanidad en la responsabilidad histórica de los lazos con el otro lado del océano al que dio a luz España en la historia, convirtiéndose por su autoridad moral de nuevo en un modelo, guía, consejero y ayuda de los países hermanos de América, que ayuden a que la deriva neoliberal que sufre el viejo continente no termine de adueñarse de los países de la Hispanidad, sumándolos a través de la Madre Patria al eje internacional de los valores y la civilización.

  1. Rearme de la sociedad en valores éticos

A merced de los medios y de los grupos de presión, de las comunicaciones sesgadas e interesadas, de la generación de opinión y de la ingeniería social puesta al servicio del mercado, la sociedad española ha ido desarmándose y siendo reeducada para transformarse en una masa inerte, sin capacidad de respuesta digna, falsamente libre y crítica, engañada y engañosa. Exige esa situación un combate por la verdadera dignidad humana y social, un rearme de los cauces de intervención de la sociedad civil frente a la tiranía totalitaria liberal, que pasa inexorablemente por una recuperación y desarrollo de los valores éticos que dignifiquen a la persona y la sociedad, que le hagan consciente de su responsabilidad histórica y social, que le devuelvan el valor y la búsqueda de la excelencia moral, del bien, la bondad y la belleza. Un rearme ético que amplíe el horizonte y la mirada de la búsqueda de sentido de la persona, elevándole por encima de la escala de valores materialistas y positivistas del mercado neoliberal cifrada en el consumo y la comodidad, para devolverle la verdadera medida humana, que es la del servicio y la grandeza.

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