Males que azotan la economía de España

España padece un serio problema de viabilidad en múltiples campos; en el demográfico, en el cultural, en militar, en el social y en otros ámbitos, pero donde más se percibe esa enorme dificultad es en el campo de la Economía.

La razón es que en los últimos cuarenta años se han instalado una serie de economías ineficientes y parasitarias que perjudican a la Economía española en su conjunto, en base a prácticas de corrupción, depredación y falta de motivación en lo que es la creación de empleo y el pago de impuestos para el sostenimiento de los gastos públicos.

Son economías ineficientes que actúan a modo de palos que se introducen en las ruedas de nuestro desarrollo económico, provocando su colapso, sobrecalentamiento y parón.

Este artículo enumera una serie de dichos males y sin duda que habrá muchos más pero nos sirve de muestrario de las susodichos y de los perjuicios que generan a los españoles.

Se repite hasta la saciedad que España necesita un modelo económico nuevo frente a lo cual este artículo lo que pretende acreditar es que lo que realmente necesitamos es desmantelar ese entramado económico de males, metasistema que nos parasita, con el objeto de que la Economía recupere hábitos saludables para su progreso y sobre todo para la generación de empleo.

El Mal de la Especulación Bursátil

La tarea de la operativa bursátil o intercambio de acciones una vez suscritas por primera vez y efectuado el primer desembolso como tal no genera empleo ni riqueza para el conjunto de la Sociedad.

Es una especie de casino virtual donde al final ganan los de siempre, los grandes tiburones movidos por las informaciones privilegiadas, y los pequeños ahorradores pierden y le son hurtadas sus expectativas de ganancias.

La solución pasaría por que ese dinero que flota en la lonja de la especulación intervenga en la economía real y productiva, generando verdadera riqueza y empleo.

Los gestores de la Economía especulativa alegan en contra de este postulado el argumento de que el ahorro requiere inversiones sin riesgo, que son las que presuntamente la Bolsa sólo puede ofrecer, como si no hubieran existido los latrocinios de Bankia recientemente o Terra hace ya casi dos décadas.

Pero es un paradigma equivocado el que nos ha llevado a esta burbuja especulativa; la verdadera economía es aquella capaz de generar empleo y riqueza para el conjunto de la Sociedad, y hay que promover que los ahorros se reinviertan masivamente en la Economía real, porque entonces ésta será firme y robusta, y no en la Bolsa de los mercados financieros, donde abundan los tiburones, analistas e intermediarios que en última instancia son los grandes beneficiarios del dinero que se apuesta en ella.

La rentabilidad del ahorro no debe medirse única y exclusivamente en la tasa de interés que genere como enseñan en las Universidades, sino en la riqueza que provoque activamente, en términos de empleo, actividad económica sana y dinamismo para el conjunto de la Sociedad.

Ese reconocimiento o beneficio no debe ser sólo en términos económicos, que sí, sino también en el prestigio y reconocimiento social para los próceres que son capaces de poner en riesgo sus ahorros en beneficio de sus compatriotas.

No son necesarios en España financieros ni especuladores en Bolsa que sin cotizar un solo euro a la Seguridad Social disfrutan de una protección sanitaria que financian los trabajadores; necesitamos verdaderos motores de la economía productiva; personas que con su capacidad de ahorro y su compromiso de trabajo ponen en marcha negocios y actividades que dinamizan de verdad la actividad de las familias y empresas españolas.

¿Y cómo se podría llegar a esta solución económica?; pues una vía sería la fiscal, gravando la especulación bursátil mucho más que lo que se grava la actividad real, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, lo que es un “sin sentido”.

Hay que parametrizar de nuevo los marcos que determinan el prestigio social porque hoy alardean de prestigio personas que se dedican a la especulación cuando no debería ser así.

Esa alabanza social hacia el que genera economía real y empleo debe ser objeto de campañas de prestigio que se encardinen en los precisos programas educativos y comunicacionales.

Hay que conseguir que haya un trasvase de las plusvalías y recursos humanos del sector especulativo al productivo, que es exactamente lo contrario de los sucedido en las últimas décadas.

Se pueden establecer desgravaciones fiscales que incentiven este proceso tan necesario.

Aquellas empresas que generen empleo deben ser exoneradas del impuesto de sociedades durante el tiempo preciso para que cojan el suficiente músculo de autofinanciación que les permita actuar sin necesidad de créditos bancarios.

Es importante desconectar a las empresas productivas de la dependencia bancaria. Las empresas deben ser autosuficientes y no pueden poner en manos de Bancos su futuro porque serán sacrificadas y expuestas a crisis que no nacen de su propio negocio.

En paralelo es preciso una hiper-regulación de aquellas operaciones bursátiles para evitar trafico de información privilegiada y delitos similares. Las inversiones en este campo deben ir marcadas por el largo plazo y siempre con fines legítimos y beneficiosos para la Sociedad.

El Mal de la Deslocalización

No es admisible para un Estado soberano que se precie que sus industrias y economías estén siendo sacadas de su territorio originario en base a que en el

Tercer Mundo los costes laborales son mucho más bajos, dejando en su lugar simplemente paro, miseria y desesperación.

Y este es uno de los principales males de las economías occidentales, que se están viendo desangradas lenta pero inexorablemente por una tendencia como la descrita que afecta a infinidad de sectores.

Este tipo de actividad económica de la deslocalización no debería ser tolerada desde un punto de vista normativo; por eso mi insistencia en cambiar el paradigma económico del lucro puro y duro a la generación de empleo.

De esta manera evitaríamos la deslocalización de empresas porque el criterio preferente en una Economía de futuro sería la creación de puestos de trabajo aquí y aquellos empresarios españoles que tuvieran su fuente de ingresos en el extranjero serían crujidos a impuestos en España.

Una empresa o economía viable económicamente y con demanda dentro de un territorio más o menos estructurado no puede estar sometida al capricho de decisiones de dirigentes para los cuales el Mundo no es más que una aldea global y a los que nada les importa el traspasar las fronteras para sus lucrativos fines.

Esta forma de ejercer la deslocalización es similar a la que empleó Inglaterra en la Guerra de la Independencia Española en la que sus ejércitos a las órdenes del General Wellington iban destrozando las industrias españolas allí por donde iban liberando territorios nacionales de las fuerzas napoleónicas.

Ese tipo de deslocalización, que benefició mucho a las industrias inglesas de textiles que se beneficiaron de la destrucción de su competencia española, es en esencia la misma que se ejerce cuando se saca una fábrica de España para llevarla por ejemplo a un país del Tercer Mundo.

El resultado es que aquí, en España, nos hemos desindustrializado a pasos agigantados por la vía de desmantelar nuestro tejido productivo, mediante la deslocalización de las fábricas y sus almacenes.

Empresas familiares que han trabajado muy bien durante décadas cayeron en manos de la rapiña yankee (se me ocurre por ejemplo la empresa de motores Barreiros o la de galletas Fontaneda) que fueron utilizadas simplemente para ganar cuota de mercado y después ser cerradas o deslocalizadas.

No necesitamos capitalistas que comparen los costes de la mano de obra, por ejemplo, como base para tomar la simple decisión de llevarse la actividad económica al otro punto del globo.

Necesitamos capitalistas que aporten en España valor añadido a nuestros productos y servicios, los potencien, los desarrollen, los garanticen, los defiendan y si es preciso los intensifiquen y sobre todo busquen oportunidades laborales para los más jóvenes, para que no se vean obligados a emigrar sino que puedan desarrollar todos sus potenciales aquí.

Pero esto de la deslocalización no sólo debe evitarse por el lado de la oferta; también por el de la demanda. Los consumidores españoles deben valorar consumir productos y servicios españoles y no extranjeros, por el mero hecho de que estén baratos, como pasa con algunos productos que se importan, por ejemplo, de China.

Tenemos que generar demanda interna hacia el producto y servicio español por la vía que sea precisa porque generar una economía con sentido patriótico es obligación de todo dirigente español que se precie.

Ese arraigo al trabajo en España que todos anhelamos debe tener sus equivalencias en otros planos de la Economía, como por ejemplo, el de preferir productos nacionales a extranjeros. Con cada una de nuestras decisiones podemos influir en que haya trabajo o no para nuestros compatriotas en nuestro país.

Es preciso por lo tanto una solidaridad nacional para que la economía se recupere pero claro, para ello es preciso generar riqueza, es necesario conseguir el pleno empleo, que los españoles puedan tener esa libertad económica que es precisa para su futuro y el de España entera.

El Mal de la Banca Española

En estos cuarenta años de Democracia los beneficios bancarios se han disparado exponencialmente y sólo han servido para retribuir a sus principales accionistas y para financiar sus lucrativas inversiones exteriores, pero a raíz de la crisis actual nos hemos dado cuenta de que aquel gigante tenía los pies de barro y que sus pérdidas han sido finalmente socializadas y asumidas por el conjunto del Estado, mediante la creación del Sareb o Banco Malo y otro tipo de ayudas directas y avales de carácter público.

La Banca española ha sido una gran estafadora de recursos nacionales; han disfrutado de una legislación decimonónica y contraria a los más elementales derechos establecidos en la Unión Europea, han abusado hasta la saciedad y con su política irresponsable de otorgamiento de créditos masivos han roto las bases de la Economía, fomentando los impagados y las inversiones ruinosas.

Su presencia en la vida de los españoles puede ser considerada altamente nociva y perjudicial y el gran boquete que han generado lo hemos tenido que asumir todos los españoles.

Sus beneficios son privatizados, pero sus pérdidas repartidas entre el Pueblo, en un ejercicio de insolidaridad económica típica de políticos irresponsables y corrompidos.

La Banca no puede volver a financiar a ningún partido político o entidad afín pues de lo contrario pervivirá esa conexión que ha sido origen de muchos males.

La insolidaridad y avaricia de la Banca ha provocado muchos quebrantos familiares y empresariales y sus decisiones han traído aparejado mucho desempleo.

Piénsese además que ha habido un proceso de concentración bancaria en las últimas décadas que al final, se va a traducir, como consecuencia de la propia evolución del mercado bancario mundial, en cerrar miles de oficinas y despedir a una parte importante de su plantilla.

Es decir, primero se acaba con la competencia para después proceder a liquidar el negocio y ello es así porque, entre otras razones, ha entrado un nuevo operador bancario encubierto y vergonzante en el mercado crediticio que son los Fondos Buitre, a los que se está derivando por el Sareb (Banco Malo) o bien directamente por los Bancos que aún sobreviven, el negocio bancario tóxico, que es ahora mismo la verdadera tarta de la economía especulativa.

Es indigno esta ofrenda de una parte de la población española a estos depredadores del Ultracapitalismo pero es que esto es así; cuando eres rentable, te sacan lo que pueden y cuando no lo eres, te venden en una lonja de especuladores.

Frente a esto, lo que procede es combatir a los Fondos Buitre con las herramientas que relato en mi libro Fondos Buitre. Manual de autodefensa y cambiar el modelo actual de banca especulativa por uno de banca nacional y comprometida con la generación de empleo y el conjunto de la Sociedad.

Para ello hay que evitar que la Banca y sus sucedáneos tengan influencia en el poder y en la opinión pública; no se podrán anunciar directamente, ni financiar partidos ni actividades similares, ni poseer participaciones en medios de comunicación, ni nada que sea sospechoso de influir más allá de su responsabilidad para con el conjunto de la Nación.

La Banca debe volver a ser un instrumento al servicio de la Sociedad y no como es actualmente, que es todo lo contrario.

Los grandes gestores bancarios han fracasado estrepitosamente y nos han hecho corresponsables solidarios de sus fallos a todos los españoles.
Es preciso fijar las bases para que esto no vuelva a suceder, pues de lo contrario la historia se volverá a repetir, como ya ha pasado en varias ocasiones a lo largo de la historia, siempre con las mismas consecuencias negativas para el conjunto de la Sociedad.

Es preciso fijar cortafuegos alrededor de las entidades financieras con legislaciones que nos protejan de su codicia y afán de poder.

El Mal de los Paraísos Fiscales

Hace dos años salió a la palestra el espinoso asunto de los Papeles de Panamá, que no hacen sino evidenciar una vez más que el daño más grave que padecemos en nuestra Economía es el de los Paraísos Fiscales, pues descapitalizan España y generan como efecto colateral un agravamiento del desempleo y de la miseria entre los españoles.

Gran parte de la riqueza y de las plusvalías generadas en nuestro País salen libremente a estos agujeros negros del Ultracapitalismo más feroz.
No es que se conformen con habernos robado, es que se han llevado el dinero fuera, lejos de aquí, cometiendo de esta manera un doble perjuicio económico, porque mal está robar, aunque sea legalmente, pero peor está el descapitalizar tu propia Nación.

Utilizando un símil propio de la medicina, es como si a un enfermo que adolece de infinidad de males, del que la corrupción política es el origen, además se le sacara la poca sangre (los capitales) que le queda … su debilitamiento y empeoramiento serían casi irreversibles.

Y es lo que es está sucediendo en el momento presente; España se desangra por la cabeza, pues es la élite la primera que defrauda y esconde sus fortunas en los Tax Heavens (Paraísos Fiscales), en gran parte conseguidas mediante las artes de la corrupción, provocando que en nuestro país la actividad económica decaiga cada vez más, provocando miseria y colas de hambre.

El dinero proveniente de España se esconde en esta especie de Islas del Tesoro, buscando la seguridad y la confianza de que nunca serán perturbados en su paz, y es aquí donde tenemos que buscar precisamente el efecto contrario al pretendido.

La única manera de acabar con estos agujeros negros es desestabilizándolos, para que las fortunas huyan de allí, y así, aislando a todos los Paraísos Fiscales, el dinero no tendrá otro remedio de retornar a sus lugares de origen, porque además ese dinero lo necesitamos para reconstruir las Economías locales, es un Dinero o Riqueza que pertenece al conjunto de la Nación, de la que han sido detraído insolidariamente.

Es preciso un Registro Público de cantidades y riquezas evadidas fuera de España y un eficaz y nuevo Ministerio que se encargue de su recuperación, poniendo todas sus energías en los foros internacionales para repatriar tanta fortuna hurtada al conjunto de la Nación.

Mientras el Mundo lo sigan gobernando los anglo-americanos, ya sabemos que sus legislaciones e instituciones internacionales harán todo lo posible por blindar, como lo están, a los Paraísos Fiscales, pero el resto no estamos obligados a ser cómplices o convidados de piedra ante ellos.
Por eso es preciso cambiar aquí también el paradigma económico por la vía de no reconocer de ninguna manera a los descritos territorios.

Tal y como expliqué en mi libro Claves para que España recupere Gibraltar ninguna sociedad offshore o residente offshore podrá adquirir bienes ni derechos en España y el que ya los tenga tendrá que regularizar su situación o será expropiado.

Aquellos españoles que tengan sus riquezas fuera de España en este tipo de territorios tendrán que repatriarlas bajo pena de pérdida de nacionalidad y de confiscación de sus propiedades aquí.

Si te depredan económicamente, lo recíproco es depredar; es un acto de legítima defensa, de justicia, marcar límites legales a las operativas provenientes de lugares que no respetan ni a los Pueblos ni a las Naciones.

Es cierto que estas anómalas prácticas han arraigado en nuestra Economía, pero igual que han venido se les puede echar. Sólo es preciso aplicar las medidas convenientes para tal fin y reeducar a nuestra clase empresarial en que de esa manera no se va a poder volver a trabajar en el futuro.

El dinero debe centrarse en la generación de empleo, pero de verdad, y sólo la generación de empleo en el plano de la economía tendrá ventajas fiscales.

El Mal del Endeudamiento de las Empresas y Familias

El endeudamiento a que lleva aparejado la codicia de vivir por encima de nuestras posibilidades al final nos lleva a que entremos en el agujero negro de una situación de la que es muy difícil salir.

La autofinanciación, esto es, que la inversión se fundamente en el ahorro previo, y no en fondos ajenos, es lo que realmente da sustento a la economía y sobre todo libertad.

Hay infinidad de familias y de empresas que tendrían rentas suficientes para sobrevivir, pero no lo pueden hacer porque la losa financiera de su endeudamiento no se lo permite.

Millones de empleos destruidos por culpa del endeudamiento en condiciones draconianas es el peaje como Sociedad que tenemos que pagar por no saber fundamentar la Economía sobre la realidad sino sobre burbujas que nacen del dinero prestado.

En España se ha fomentado irresponsablemente el dinero fácil mediante préstamos en condiciones muy favorables mientras que al que ha ahorrado se le grava fiscalmente, se le penaliza económicamente.

No es el endeudamiento lo que puede dinamizar la Economía, en la capacidad de generar plusvalías y de reinvertirlas en las actividades económicas que generan empleo, impuestos y estabilidad en el conjunto de la Sociedad.

Por lo tanto en el futuro huyamos de esas prácticas de sustentar nuestra estabilidad en un dinero ajeno cuyo coste puede poner en juego nuestra supervivencia.

Por otro lado, el carácter privilegiado o preeminente que se ha dado a las deudas hacia las entidades financieras también tiene que ser sujeto a revisión; no puede ser que los bancos hayan disfrutado del privilegio de cobrar los primeros cuando han entrado en conflicto con el mantenimiento del empleo.

Este y no otro debe ser el criterio económico y fiscal de ahora en adelante para fijar las preeminencias en el cobro de las deudas; primero están los trabajadores españoles sobre cualquier otra consideración, incluidas los quebrantos de los bancos.

El Mal de la precarización de los suministros básicos

En España los costes de los suministros básicos como el agua, luz y gas se han incrementado exponencialmente, incluido en periodos de crisis como el actual, mientras que la capacidad económica de los españoles se ha visto afectada dramáticamente.

Lo que hace décadas eran facturas testimoniales, apenas irrelevantes, ahora se han convertido en losas económicas sobre todo para las capas más humildes de la Sociedad.

Ha surgido un concepto, como el de pobreza energética, que retrata la realidad de millones de familias españoles que se han visto cortados en sus suministros básicos por parte de empresas ávidas de dinero.

Mientas que en Inglaterra, esos cortes están muy limitados y deben ser en todo caso plenamente justificados, aquí en España el grande abusa del pequeño porque tiene al poder de su lado.

Detrás de esta realidad hay muchas causas; no sólo la arrogancia impía del suministrador, están también decisiones energéticas que han sido un desastre, como la subvención a las renovables o la moratoria nuclear, entre otras, decisiones que han llevado a un encarecimiento de dichos recursos básicos, además de que España carece de la debida autosuficiencia energética.

Por lo tanto, se debe proteger al consumidor en situación de vulnerabilidad, al español más necesitado, y por otro lado llevar a cabo políticas de abaratamiento de la energía y suministros básicos, porque además estamos en lo que se puede denominar una burbuja energética, pues también existe un mercado de deuda en este sector, que se financia a tipos de interés inasumibles en un contexto de crisis.

En España existen otras prácticas como por ejemplo las elevadas cuotas fijas por suministros que son un verdadero abuso contra nuestros bolsillos.

Una futura Industria pujante precisa de energía barata y para ello es preciso que los políticos dejen de meter la mano en los grandes proveedores de suministros y llevar a cabo políticas que saneen una Economía que está hoy marcado por el abuso y el encarecimiento.

El Mal de los impuestos, las tasas y las multas

Ya está bien de acosar al ciudadano medio con impuestos, tasas y multas.

Ya nos gustaría a los mortales normales el que se aplicara la misma saña “fiscal-represora” que padecemos en el plano de la corrupción política.

Cámaras, radares, puntos de control, etc… en los despachos oficiales de lo políticos y banqueros, para prevenirnos de sus malas prácticas.

Pero esto es lo que tiene una casta política ensoberbecida; aplicando el rigor contra el Pueblo que no se aplica a sí mismo.

Y es así que vemos que nuestros buzones se llenan de notificaciones por infracciones administrativas en donde rige la presunción de la culpabilidad y toda la maquinaria de las administraciones públicas está en contra nuestra.

Y así vemos cómo nuestras cuentas bancarias, nuestro patrimonio, nuestra seguridad y privacidad es constantemente atacada por nuestros gobernantes, en un ejercicio de vuelta de tuerca cada vez mayor que convierte nuestras existencias en insoportables.

Nos apretan porque les hemos dado demasiado poder; es cierto que las normas están para ser cumplidas, pero es más cierto que aquellos que imponen son los primeros en incumplir por la vía del ejercicio de su apabullante corrupción política, económica y moral.

Hace relativamente poco una Abogada del Estado dijo sin sonrojarse que eso de que Hacienda somos todos no es más que un eslogan publicitario, cuando sabemos que hay privilegiados que viven al margen de Hacienda, precisamente aquellos a los que defendía dicha Abogada del Estado.

Menos multas, menos tasas y menos impuestos significarán mayor libertad para los españoles porque no necesitamos que nos vigilen con saña; lo que necesitamos realmente es que se vigile a los que manda, de una forma eficiente y firme.

De esa manera no tendrán que echar mano de dichos apremios para tapar los boquetes que genera su corrupción insaciable.

El Mal de la Deuda Pública

España ha terminado la primera legislatura de Mariano Rajoy con un endeudamiento oficial del 100% del P.I.B., aunque se sospecha que el verdadero se aproxima al 150%.

Este mercado de la deuda pública, tan irresponsablemente gestionado por los gobiernos de la Democracia española, supone una Hipoteca gravísima para las futuras generaciones de españoles y pone en jaque nuestro futuro como Nación.

El endeudarse hasta el infinito es un acto de deslealtad económica y más cuando nuestros acreedores son principalmente sujetos controvertidos de la esfera internacional que sin duda van a utilizarlo como herramienta de presión al objeto de que sirvamos a sus intereses particulares.

Hay naciones como el Japón o Hungría que han buscado como acreedores de Deuda Pública a sus propios ciudadanos y empresas, con lo que al identificar el acreedor con el deudor de una misma Nación, el riesgo que se corre es en los términos explicados irrelevante, pues en última instancia se compensarían en el marco de una mismo marco estatal.

Sin embargo España ha apostado por endeudarse irresponsablemente frente a operadores exteriores que vulneran normas de convivencia internacional, incluidas las económicas.

Recuperar la soberanía económica pasa también por cancelar esa Deuda lo antes posible; por su recompra y amortización, y por la fijación de normas limitadoras de endeudamiento futuro y de la nacionalidad de nuestros acreedores, limitándolos a los españoles en su mayor parte, para evitar dependencias foráneas.

El Mal de los convenios fiscales internacionales

España tiene que empezar a cancelar convenios fiscales con Naciones como Holanda y Luxemburgo que encumbren realidades fiscales anómalas para nuestra Economía.

Los Convenios fiscales tienen que estar para promocionar la economía española y los empleos entre los españoles y no la de Naciones que practican la piratería fiscal.

Todos los entramados societarios fiscales deben ser puestos en duda y replanteados para que sirvan a la finalidad que se espera de ellos.

Hay que acabar con la Dictadura fiscal internacional y los instrumentos de que se sirven para depredarnos a todos.

Los organismos internacionales de carácter económico como el FMI y la OCDE deben ser reformados en su integridad.

España debe aceptar sólo aquellas inversiones extranjeras que tengan por objetivo la generación de empleo y la reinversión en España de sus beneficios.

De lo contrario estamos promocionando el saqueo de nuestra maltrecha economía nacional.

Y en este sentido aquellos convenios fiscales bilaterales que no se ajusten a este imperativo deben ser revocados.

Debemos presionar en las instituciones internacionales, en connivencia con países que sufran los mismos males, una estrategia económica que proteja nuestras economías domésticas.

El Mal de la Fiscalidad de Español No Residente

La España oficial es muy generosa regalando nuestra nacionalidad porque en el fondo no le dan ningún valor.

Hoy, ser español no residente, cotiza muy bajo y apenas conlleva obligaciones y ninguna de carácter fiscal.

Los políticos trafican con nuestra soberanía colectiva e individual y las utilizan para sus mediáticos y cortoplacistas fines.

Pero desde el punto de vista económico hay aquí cuestiones que nos lesionan y mucho, y me refiero a esos españoles “exitosos” que han fijado su residencia fiscal fuera de España para no tributar impuestos en nuestro país.

Pensemos por ejemplo en la Baronesa Thyssen o en deportistas famosos que además alardean de españoles pero que aquí luego no pagan ni un euro en impuestos.

Este presunto patriotismo deportivo o cultural debe ser puesto en entredicho porque no nos aporta nada al conjunto de la Sociedad.

Debemos poner el foco en la tributación del español no residente en España, para que pague impuestos, tal y como pasa en EE.UU.

Debemos cambiar el criterio de la tributación de la residencia fiscal por el de la nacionalidad, siguiendo el modelo estadounidense, donde aquellos ciudadanos de ese país con un alto poder adquisitivo y que ganen más de 100.000 dólares al año aunque vivan fuera de su país la mayor parte del año tienen que pagar impuestos en su Nación de origen.

Y el que no quiera pagar impuestos entonces tendrá que renunciar a su nacionalidad y a las ventajas que ello conlleva, previo pago de un tax exit o impuesto de salida, al modo norteamericano, junto con la devolución del pasaporte que les convierte en apátridas de derecho y de hecho.

Todos los años hay miles de estadounidenses, los más ricos, que renuncian voluntariamente a su nacionalidad, y no pasa nada.

Así evitaremos que nos tomen el pelo tanto las Baronesas como esos deportistas españoles que alardean con su falso patriotismo pero que en verdad no contribuyen al esfuerzo común.

Así conseguiremos adicionales ventajas: cobrar más impuestos (por la vía del impuesto de salida por pérdida de nacionalidad) y desprendernos de parásitos sociales y malos referentes para la Sociedad.

Y aquellos ciudadanos extranjeros ejemplares y supermillonarios a los que hemos otorgado graciosamente nuestra nacionalidad pues que retraten su patriotismo por la vía de pagar impuestos en España y así veremos si su sentimiento de españolidad es real o más bien hueco e interesado.

La nacionalidad española se debe ganar por el mérito de pagar impuestos al menos.

Una futura Economía española robusta y sana debe desprenderse de elementos fiscalmente insolidarios.

El Mal de la Economía impuesta desde Europa

La entrada de España en la Unión Europea en 1985 se puede valorar objetivamente a fecha de hoy como de un completo desastre para la Economía Nacional.

A nivel de los sectores primario (agricultura, ganadería y pesca) y secundario (industria) nos hemos empequeñecido.

Desde Bruselas nos han venido impuestas unas cuotas de producción salvajemente reducidas y el desmantelamiento de nuestra industria más competitiva.

Durante décadas hemos estado viviendo del “maná” de las subvenciones estructurales (los llamados fondos de cohesión) que han servido para hacer construcciones faraónicas a las que poca rentabilidad social y económica se ha sacado y para mantener superficialmente a amplios sectores de la población que antes se dedicaban al sector productivo, pero ese dinero se ha acabado y ahora nos queda la nada.

Una economía que se sustenta básicamente en el Turismo como la española, además de que desequilibra al resto de la Economía, pues se carece de otra alternativa que la sostenga, es en sí mismo hasta cierto punto desarraigadora e incluso en algunos casos importadora de nocivas y depredadoras costumbres foráneas.

Lo estamos viendo con el turismo sexual y de hooligans que atenaza a las Islas Baleares, que antes fueron el paradigma del turismo de élite y de calidad, y hoy convertidas en territorio comanche.

No debemos ser únicamente un destino turístico; hay que ambicionar ser mucho más desde un punto de vista meramente económico.

La economía que nos impone Bruselas es hiper-reguladora mediante sus ineficientes Directivas y Reglamentos mientras que por otro lado, como bien denuncia Marion Le Pen, en algunos sectores se carece de dicha regulación porque ello beneficia a los intereses mundialistas.

España haría bien en poner sus ojos en las Naciones Hispanas, que suponen unos 500 millones de personas, naciones con las que compartimos un pasado y una lengua común, y que precisan de un desarrollo económico de altura, pero no para ir allí con las empresas del Ibex-35, financiadoras de los partidos políticos y corrompedoras de los dirigentes de aquellos países, a imponer monopolios u oligopolios, sino para generar una sana y rentable competencia económica, generadora de empleo y de riqueza para aquellos pueblos, y sobre todo llevar a cabo dos medidas fundamentales:

  1. Intensificar el tráfico mercantil con aquellas Naciones mediante medidas o acuerdos de libre comercio, reduciendo los aranceles aduaneros. El favorecer el intercambio de bienes y servicios con vastos territorios es un elemento dinamizador de la economía desde hace tiempo inmemorial.
  2. Sacar a las empresas angloamericanas del control de las riquezas naturales por la vía de su nacionalización si fuera preciso. No es admisible una colonización económica que lleva ya camino de dos siglos por parte de intereses extranjeros que privan a aquellos pueblos de sus legítimas riquezas naturales.

La creación de una especia de Commonwealth hispánica sería un paso fundamental y aquí no hay que inventar nada nuevo, bastaría con imitar los elementos financieros desarrollados en aquella estructura y adaptarlos a nuestra realidad hispánica.

Recuperar la soberanía económica en España es clave para nuestro futuro, ahora que vemos cómo descarrilla la economía diseñada artificialmente desde Europa y cuanto antes lo hagamos, mejor, desarrollando así nuestro campo, ganadería y pesca, reindustrializando aquellas áreas que lo precisan.

Para ello es importante cambiar el paradigma de la economía, sustituyendo el especulativo actual por el de la Economía real o productiva que genere empleo real y duradero. Sólo este debe estar reconocido y privilegiado fiscalmente.

Intensificar acuerdos además también con la Federación Rusa, por ser un país con un gran potencial tecnológico y económico, así como con las Naciones africanas y con las árabes que mantengan una actitud beligerante ante el fundamentalismo religioso pueden ser criterios a considerar. Lo fueron en el pasado y tuvieron gran éxito.

España es la puerta principal del Mediterráneo, lugar por donde transita una parte sustancial del comercio internacional.

La toma de conciencia de esta realidad llevaría aparejado sustanciales ventajas comerciales a todos los niveles.

Una ubicación como la nuestra es un privilegio económico de la geografía que nuestros políticos han vendido al Mundialismo por un mísero puñado de monedas.

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