En Sublimación de la Pobreza, reflexiona sobre el proceso de restauración de dos pinturas expuestas en el refectorio del Convento de los Dominicos de Almagro, analizando como un hecho simple, es sublimado por el artista convirtiéndolo en una obra de arte única y eterna.
El ensayo es de sumo interés para toda persona con sensibilidad hacia el arte, y deseos de sumergirse en el fundamento de la obra que contempla, es decir, convertirse de simple espectador que se sitúa delante de una pintura en participe activo del proceso que le dio vida.