Reseña de “Contra Zizek”

Título: Contra Zizek

Autor: Julen Robledo

Editorial: Pentalfa, Oviedo 2017. 270 pgs

 

“Pensar es siempre pensar contra alguien” (Gustavo Bueno Martínez)

Slavoj Zizek es autor de una prolífica obra que ha alcanzado gran difusión pública y ha despertado inusitado interés en ámbitos políticos y filosóficos diversos. A ello han contribuido en gran medida, una variedad temática incuestionable y una amplia cobertura mediática, sobre todo desde que en 1.989 publicó en inglés su obra “The Sublime Object of Ideology” (El sublime objeto de la ideología). Muy influenciado en su ontología por Hegel y Lacan, Zizek se aplica a una especie de intento de “refundación” del materialismo dialéctico, con una pretensión “pedagógica” para la que no duda en “recuperar” a Lenin, de quien elabora una “reactualización” a la que dedica varias de sus obras. En su afán por “popularizar” sus posiciones, recurre a figuras tan dispares como los cineastas Alfred Hitchcock o David Lynch, o a los escritores William Shakespeare o Franz Kafka, abordando toda una serie de temas actuales como la globalización, la violencia, la corrección política o el fundamentalismo.

Slavoj Zizek es a día de hoy, un referente indispensable de la izquierda “occidental”, y para ser más precisos, de la ultraizquierda poscomunista. Su influencia es innegable entre los dirigentes de grupos como Syriza, en Grecia, o Podemos, en España, y en general, entre los sectores más “ilustrados” de la extrema-izquierda europea y norteamericana. Incluso, él mismo, intentó la aventura política como candidato en 1.990, a la Presidencia de la República de Eslovenia (su país natal), aunque fracasó, al no resultar elegido.

7848590Entrando en materia, traemos hoy aquí el excelente estudio de Julen Robledo Garcés (Bilbao, 1.988), editado por Pentalfa, sobre la obra y la filosofía de Zizek, analizadas con rigor, desde una perspectiva crítica y pasadas por el tamiz del Materialismo Filosófico, el sistema “construido” por el maestro Gustavo Bueno Martínez (q.e.p.d.), del que Robledo es aventajado seguidor. No en vano, el precedente de este libro se encuentra en la tesis doctoral del propio Julen Robledo, titulada “Una exposición crítica de la filosofía de Slavoj Zizek y su implantación política”, que le dirigió el Profesor de la Universidad de Oviedo, Gustavo Bueno Sánchez, gran amigo de POSMODERNIA, y participante en muchas de nuestras iniciativas.

El volumen de Robledo afronta la disección del pensamiento de Zizek dividiendo el análisis en dos partes. En la primera de ellas, se ocupa de la Ontología, y en la segunda, de la Política. Ambas son “medidas” a la luz del Materialismo Filosófico, como queda dicho. Una tercera parte del libro, lógicamente mucho más breve, valora las causas del éxito de los postulados de Zizek en España durante los últimos años.

ONTOLOGÍA EN ZIZEK

Una de las primeras apreciaciones que llama la atención a Robledo es la gran cantidad de libros que componen la obra de Zizek. Ello, sumado al estilo asistemático del esloveno, resulta en una acumulación de conceptos diversos y aún divergentes, que aparecen y desaparecen sucesivamente, sin solución de continuidad. El resultado, como no podía ser de otra forma, es lo que Robledo califica como “Filosofía caótica”. De ahí las múltiples “desconexiones” conceptuales que transitan en el “universo Zizek”.

Siguiendo la guía permanente del sistema filosófico de Bueno, aplica Robledo el concepto de “ego trascendental” para concluir que no se trata de una idea metafísica, describiendo la relación “ego-mundo”, la consideración del “ego” como cuestión histórico-social que permite la aprehensión del universo.

Ante la rotundidad de Zizek que llega a afirmar que “el mundo no es nada”, Julen Robledo reprocha al esloveno confundir materialismo con nihilismo. Profundizando en la cuestión, precisa que Zizek, en realidad, identifica materia y corporeismo, y una vez más, recurre al Materialismo Filosófico para refutarlo, puesto que Bueno ya dejó establecida la existencia de materias “incorpóreas”, y no únicamente “segundogenéricas” o “tercerogenéricas”, sino incluso con contenido de materia “primerogenérica”, como pudiera ser el de una onda gravitacional einsteiniana, que no siendo corpórea ni másica, viene determinada por una masa corpórea que deforma el espacio-tiempo. Las incursiones de Zizek en el terreno de la física cuántica no ayudan a deshacer sus confusiones básicas. Tampoco ayudan en demasía a aclarar la “ensalada” de conceptos empleados por el filósofo esloveno, afirmaciones del tipo “solo hay vacío”, muy en su línea de lo que algunos han calificado como “materialismo infantil” (Axel Juárez).

En su búsqueda de lograr “originalidad” a cualquier “precio”, Zizek se muestra errante. Pretende implementar una “Refundación” del Materialismo Dialéctico. A tal fin, propone eliminar la “oposición dialéctica de contrarios” y sustituirla por el concepto de “paralaje”, remitiéndolo a la lucha de clases únicamente. De tal forma que el paralaje tendría que establecerse necesariamente como visión a través de la pertenencia a una clase. De nuevo estamos ante una acumulación de conceptos contradictorios que nos llevan a oscilar entre la metafísica y la pura incongruencia, y que, desde luego, revelan una elaboración filosófica francamente huérfana de sistema.

POLÍTICA Y FUNDAMENTALISMO EN ZIZEK

Si tomamos por referencia el marco conceptual del Materialismo Filosófico como Sistema, obtendremos como punto de partida definitorio que el pensamiento político de Slavoj Zizek se encuadra con nitidez, según la “clasificación” establecida por Bueno, como “Izquierda Indefinida Divagante”.

Bajo esa premisa, Julen Robledo constata en su concienzuda evaluación, que operar políticamente desde las posiciones de Zizek conduce de forma inexorable a un callejón sin salida. La consecuencia más evidente puede resumirse en la inexistencia de “proyecto”.

Según las tesis expuestas en su obra “En defensa de la Intolerancia”, Zizek define “lo político” como el “conflicto”. Y partiendo de esta definición, (con resonancias schmittianas en origen que inmediatamente se diluyen, como veremos), intenta forzar la imagen del conflicto “demos-oligarquía”, atribuyendo al “demos” un carácter universal que nos conduce de regreso nuevamente, sin otra posibilidad, a la lucha de clases…

Error de bulto, derivado del presupuesto anterior, es que el esloveno obvia por completo el conflicto entre Estados. Empieza a deslizarse con creciente fuerza la teoría de Zizek sobre las aguas cenagosas del Fundamentalismo…

No es de extrañar arrancando de lo que Robledo estima como “un concepto de clases literario”. No le falta razón. Para Zizek “el proletariado es la subjetivación de la parte sin parte”, aunque, en otro de sus giros copernicanos, niegue que conciba la política como lucha de clases…

Algunas de las “confusiones” de Zizek tienen su génesis en un abuso de conceptos tautológicos o que al menos lo son en su particular interpretación de los mismos. Por ejemplo, para el teórico esloveno, Política y Democracia son sinónimos. Y ya hemos repasado ampliamente sus “divagantes” conceptos de “clase” y “lucha de clases” para acreditar cuanto decimos.

Zizek concibe las sociedades actuales como “pospolíticas”, de donde se sigue un paradójico concepto de violencia que fundamentalmente consiste en “no hacer nada”. Porque para Zizek la revolución ha de ser violenta para ser revolución, y además, ha de desplegar un alto grado de violencia para no incurrir en lo que Robespierre (otro de sus figuras “recobradas”) definía como “revolución sin revolución”. Y para “cuadrar” otro de sus círculos, “inventa” su propio concepto de violencia. Es lo que tiene navegar permanente entre la sugestión “estética” de los términos y una realidad “contaminada”…

Ya se expuso al principio que uno de sus autores de cabecera era Lacan. Así, al abordar el concepto de “el gran otro” lacaniano, él lo define como “el otro interpasivo” para mejor acomodarlo a su interpretación.

Recuerda Robledo una vez más a Bueno, al citar su célebre “ésta es la izquierda que hunde a la izquierda”. Para Robledo la filosofía de Zizek es en esencia, literatura. “Lo que está por venir es incierto”, repone Julen Robledo ante la imagen de la espiral zizekiana que discurre desde una Filosofía que deviene Ideología y pasa a ser Fundamentalismo. Por eso censura al esloveno la carencia de Sistema filosófico, utilizando para ello como instrumento la obra de Gustavo Bueno. Y afirma la neta superioridad del Materialismo Filosófico sobre la obra de Zizek, con una potencia argumentativa muy por encima de la del esloveno. “El materialismo filosófico puede comprender a Zizek, pero la filosofía zizekiana presenta grandes carencias para hacer lo mismo a la inversa”, sentencia Robledo.

Existe toda una filosofía política, teorética, que es anterior e influye decisivamente en la filosofía zizekiana. “Zizek vende metafísica”, dirá Robledo. No dispone de una antropología. Todo esto lo predispone a incurrir en el Fundamentalismo.

Para Julen Robledo, Slavoj Zizek es un autor promocionado tras la caída de la URSS, un producto ideológico de la “posguerra fría”. Por consiguiente, el resultado es una ideología soteriológica, gnóstica y relativista, que provoca una interpretación sesgada de la Historia, explicada como lucha de clases.

En resumen: estamos ante un gran libro, con un tono académico notable, altamente recomendable para todos aquellos que no se dejan seducir acríticamente por cualquier teoría que “venga de fuera”, y que demuestra que contamos en España con elaboraciones intelectuales de primer orden a las que no siempre prestamos la debida atención…

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