Pacto mundial sobre migración

Una vez más los magos de lo imposible se han salido con la suya, el pacto ha sido firmado por la mayoría de los países pertenecientes a Naciones Unidas y Europa vuelve a ceder en la gestión de su soberanía.

La conferencia de Marrakech donde se ha ratificado El Pacto Mundial para Migraciones Seguras, Ordenadas y Regulares estuvo presidida por Louise Arbour, la enviada especial de la ONU para la migración internacional y antigua presidente de el International Crisis ‎Group, ONG financiada por el especulador mundialista George Soros. El acuerdo tiene su origen en el apéndice 2 de la Declaración de Nueva York sobre los Refugiados y ‎Migrantes de 2016, y fue preparado bajo la dirección de Peter Sutherland, administrador que fue del llamado Club de Bilderberg antes de su fallecimiento a principios de 2018. ‎

El proceso para desarrollar este pacto mundial comenzó en abril de 2017 y se fundamenta en 23 objetivos que proclaman derechos para poder exigir a las Naciones una prestación hacia los inmigrantes. Lo que viene siendo un derecho de crédito en términos jurídicos. La estrategia de no exigir un derecho positivo es la que vienen defendiendo las ONG´s financiadas por Soros, y lo hacen para maquillar con la voluntariedad y el carácter no vinculante de los pactos la imposición de dichos postulados en las legislaciones de las naciones por medio de los recursos jurídicos.

Este acuerdo es el primer documento mundial sobre el fenómeno de la inmigración que existe, y ha sido ratificado por 156 estados de un total de 193 integrantes de Naciones Unidas. Destacando EE.UU, Chile, República Dominicana, Austria, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Polonia, República Checa y Australia como los países que han decidido no firmar y Bélgica, Bulgaria, Eslovenia, Estonia, Italia y Suiza como países que realizaran consultas internas para ver si refrendan el pacto.

Sin embargo, la excusa de gestionar mejor la migración a nivel local, nacional e internacional, no es sino una forma de atacar nuevamente la soberanía de las naciones, cohibiendo su independencia y limitando la libertad de decidir quién entra en su territorio, quién permanece allí, según que criterios y bajo que condiciones. Es una nueva forma de alentar la inmigración hacia Europa subvencionándola y así controlar desde la gobernanza global los sistemas de inmigración. Además, el pacto no establece una diferencia entre migrantes regulares e irregulares, muy al estilo de la filosofía globalista que simplifica facilitando el uso de las migraciones como arma de guerra, oportunidad que la OTAN utilizó para desencadenar la guerra en Kosovo o para ‎vaciar a Siria de los jóvenes que estaban llamados a defenderla, por poner algunos ejemplos…

Bajo esta circunstancia, con el patrocinio de la Naciones Unidas (ONU) y con poca transcendencia en los medios de comunicación tradicionales españoles, el Gobierno del “Doctor” Sánchez ha hipotecado el futuro de nuestra Nación firmando el acuerdo en Marrakech. Implicándose en un seguidismo descabellado practicado por algunos líderes europeos como la canciller alemana, Angela Merkel.

Europa sigue siendo atacada por la filantropía de los que defiende las “sociedades abiertas”, por los que les interesan la homogenización cultural para aumentar sus cuentas de resultados, y por los que creen que las naciones son marionetas de sus dictámenes.

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