Más allá de la barbarie

Cadáveres y cuerpos mutilados y ensangrentados esparcidos sobre el pavimento de Las Ramblas. Dolor, rabia, terror: ¡barbarie!. Se escenifica una vez más, el espectáculo macabro y aberrante del ataque cobarde de unos hijos de perra contra una multitud desprevenida e indefensa. La imagen de una criatura inocente tendida inerte, golpea con inusitada violencia nuestra retina, nuestra mente, nuestro consternado corazón. Algo se remueve en nuestro interior pidiéndonos, más aún, exigiéndonos justa represalia. Se agitan los instintos primarios y se activa la natural reacción de devolver el golpe. Pero… ¿Dónde? ¿Cómo? ¿A quién?. Tal vez la respuesta obvia sea ¡al ISIS!. Pero ¿qué demonios es el ISIS?, ¿dónde encontrarlo?, ¿cómo derrotarlo?. Una catarata de preguntas empieza a martillear incesante nuestro cerebro, y la búsqueda de respuestas nos lleva a pensar (¡ah, esa «funesta costumbre»!); y al pensar, al recordar, al reflexionar, comenzamos a vislumbrar algo más de lo evidente, a ver más allá de los atentados y de los bastardos que los han perpetrado en nombre de una «religión» de odio y violencia; más allá de esas bestias infames que en su degradación miserable son capaces de cercenar la vida de inocentes y creer que su «hazaña» les hará acreedores a disfrutar de una recompensa eterna. Sí, ahora alcanzamos a ver más allá….

POSMODERNIA viene desgranando, interpretando, poniendo de manifiesto con rigor y argumentos («Pensamiento en acción»), las consecuencias y avatares de los procesos sociales, históricos, filosóficos, políticos, culturales y económicos de la Modernidad tardía: globalización, mundialismo, cosmopolitismo, turbo-capitalismo, dominación elitista, americanización, multiculturalismo, flujos migratorios, melting pot, ingeniería social planificada, totalitarismo…. El terrorismo islamista es una las resultantes, una excrecencia de un Orden Mundial cuya naturaleza perversa engendra una dialéctica que genera la recurrente e inevitable aparición de «bolsas» de miseria, de ignorancia, de marginalidad, y la violencia estructural subsecuente, deviene en barbarie. Por eso, al recordar los orígenes del ISIS no podemos olvidar el momento en que ese «genio» de la estrategia geopolítica que fué Barack Obama, tras promover e impulsar las llamadas » primaveras árabes» que sembraron de inestabilidad y radicalismo la zona, admitió que la mayor parte de los fondos y el armamento que su Gobierno suministró generosamente a unos presuntos rebeldes » moderados», había acabado finalmente en manos del ISIS. En este contexto, tampoco es posible obviar la «relación especial» que mantienen tanto el Reino Unido como los EE.UU con Arabia Saudí y su dinastía reinante («entronizada», no lo olvidemos, por los británicos). Recientemente, Donald Trump ha reafirmado ese trato preferencial con Arabia Saudí, un auténtico » estado canalla», amparador contumaz del yihadismo. Igualmente habría que refrescar la memoria acerca de la que fué bautizada como «crisis de los refugiados», durante la cual los gobiernos europeos, con la canciller Merkel a la cabeza, protagonizaron un deplorable e irresponsable ejercicio de cinismo, buenísmo y corrección política, acompañado por una parafernalia trufada de sensiblería, mentiras y demagogia, cuya consecuencia directa fué la introducción en Europa , sin criterio selectivo ni discriminación alguna, de una ingente masa de personas provenientes de países árabes que, como el tiempo se ha encargado de atestiguar, han nutrido en algunos casos las filas del terrorismo islámico, o han protagonizado en otros, agresiones de diversa índole contra ciudadanas y ciudadanos de las naciones que los acogieron. La política exterior estadounidense, influenciada poderosamente por el afán acaparador de su potente industria petrolífera y, en no menor medida, por los siempre oscuros intereses de su complejo «industrial-militar», necesitado de conflictos en los que «colocar» su mercancía; la toma de postura occidental, mirando siempre hacia otro lado en lo que respecta al Estado de Israel y el » problema» palestino; el itinerario errático con bandazos sucesivos, en el conflicto sirio, donde únicamente Putin mantuvo una posición coherente desde el primer momento; las lamentables intervenciones militares en Afganistán e Irak, con el balance de dos países sembrados de muertos, devastados, arruinados y sumidos en el caos absoluto; todos ellos y otros tantos que podrían citarse, son factores coadyuvantes para terminar convirtiendo la región, en un avispero y caldo de cultivo propicio para el reclutamiento de las milicias yihadistas. De aquellos polvos, estos lodos….

De vuelta a España, sonroja asistir al cortejo de políticos, encabezados por nuestro melifluo rey, buscando la foto, la frasecita de rigor, el lugar común acostumbrado en los que descargar sus palmarias responsabilidades. A propósito, llamativa la ausencia de doña Letizia; tendría mucho que hacer la señora… La primera comparecencia ante las cámaras de Puigdemont, Junqueras y Colau resultó de un patetismo ridículo y pueblerino, rematado con la intervención posterior del titulado Conseller d’Interior de la Generalitat, un ditirambo más del desquiciado sistema político español con sus estrambóticas duplicidades, sufragadas a precio de oro, máxime considerando tan magros resultados…. Escuchar después a Rajoy hablando de «valores», estomaga al más bizarro. Y pretender con el recopilatorio manido de topicazos de otra época (el «pacto antiterrorista», la unidad de «los demócratas» y demás pamplinas), levantar la moral y lograr unir a un pueblo frente a un enemigo fanático, es tarea que escapa por completo a sus limitadísimas capacidades de liderazgo. No obstante, casi sin querer, entre la farfolla habitual, deslizó una verdad tras años de falsedades ininterrumpidas, al referirse al yihadismo como «el primer problema de Europa ahora mismo». Hasta podríamos tomarlo en serio sino fuera porque mucho de lo que ahora ocurre, trae causa de las regularizaciones masivas de inmigrantes realizadas por los gobiernos de Aznar, de los que él formó parte, continuadas por Zapatero y remachadas por el propio Rajoy, que en nada ha rectificado el rumbo y el ritmo de las mismas. Y no son sólo las regularizaciones y haber malbaratado la nacionalidad española, convirtiéndola en poco menos que una mercancía a la que cualquiera puede tener acceso por el mero hecho de «estar aquí», aunque se haya entrado burlando las fronteras e infringiendo la legalidad, lo que de suyo debiera acarrear la imposibilidad de obtener jamás la condición de español, así como la inmediata expulsión del territorio sin opción de retorno. No; además se ha consagrado una abusiva y execrable discriminación de los españoles en favor de esas masas foráneas que en nada han contribuido al sostenimiento de España y a las que por demás, en el mejor de los casos, les resulta indiferente lo que pueda ser de esta Nación, en tanto en cuanto no afecte a sus intereses. Lacerante resulta asistir a diario al absurdo de priorizar el «derecho» de un extranjero a disponer de una vivienda subvencionada, de una plaza escolar o de atención sanitaria. Y ello por no hablar de los sueldos, subvenciones o subsidios otorgados graciosamente por las distintas administraciones a inmigrantes en detrimento de los nacionales, a los que se niega «el pan y la sal» y a los que se aplican de forma inmisericorde cuantas medidas de » recorte» han ido arbitrando las distintas instancias estatales. Ad náuseam y en el cúlmen del disloque, se ha llegado a dar el caso de múltiples implicados en actividades terroristas vinculadas al yihadismo, viviendo a expensas de las distintas administraciones españolas, como una mueca de sangrante ironía, reflejo de unas políticas delirantes de las que a día de hoy, el principal culpable es quien ostenta la mayor responsabilidad de gobierno, esto es, Mariano Rajoy.

Otro asunto que requiere comentario es el de la información. El Sistema, habituado a manipular y a censurar continuamente el caudal de noticias que genera un suceso de este tipo, no ceja en su pulsión totalitaria y so pretexto de salvaguardar la seguridad y derechos de las víctimas (¡?), ha pretendido impedir o al menos, limitar la difusión de imágenes. El objetivo en estos casos suele ser siempre el mismo: ofrecer una versión «oficial» que no sea cuestionada y evitar cualquier movilización incontrolada. Contrasta esta actitud con la mantenida en otros momentos, cuando se pretendía precisamente lo contrario, esto es, provocar una reacción dirigida. Pensemos por ejemplo, en la crisis de los refugiados, cuando no solamente no se censuraron imágenes sino que se nos bombardeó con un auténtico aluvión de ellas, alguna de las cuales, por cierto, resultó ser «falsa». Una vez más la doble vara de medir y la «pedagogía» del Gran Hermano. Sensiblería, buenísmo, desmovilización y pensamiento único. Hasta tal punto han logrado perfeccionar el método, que son muchos los incautos «biempensantes» que con borreguil seguidismo no han dudado en secundar la consigna, afeando incluso a quienes han difundido vídeos o fotos de los atentados. Cuando se nos atosiga a diario con duras escenas de distinto signo con las que se pretende inclinar la opinión pública en un determinado sentido, resulta chocante la «preocupación» por evitar herir sensibilidades. Nunca estaremos alineados con aquellos que pretenden ocultar lo que sucede o brindar una versión convenientemente edulcorada y rediseñada de los hechos. Menos aún cuando se trata de nuestra vida y nuestra libertad.

Al hilo de lo anterior, una breve alusión a las «reacciones populares»: no es posible combatir a un enemigo como el yihadismo con sensiblerías, peluches, mensajitos lacrimógenos o tipos ataviados con chalecos reflectantes y carteles colgados, deambulando por Las Ramblas ofreciendo «abrazos de consuelo» a los transeúntes. Tampoco son los minutos de silencio (el Padrenuestro de los cobardes, lo llamó alguien en otra época) , ni «condenas unánimes» de los fariseos de guardia, ni gritos de «no tinc por» (no tengo miedo) refugiados entre la multitud de la plaza de Cataluña, porque no fué miedo, fueron pavor, terror y pánico lo que experimentaron los que sufrieron el ataque de los asesinos islamistas.

Desde POSMODERNIA hemos querido dar otra visión, más comprometida, más profunda de los atentados yihadistas de Cataluña. Como es nuestra costumbre y nuestra línea editorial, hemos ido «más allá» de lo aparente, más allá de lo que dicen «los de siempre»…. Frente al terrorismo islamista no caben medias tintas. Hay que perseguir a estas alimañas «hasta el mismo infierno» si fuera preciso; sin tregua, sin descanso. Pero los árboles no deben ocultarnos la visión del bosque. Y es preciso denunciar y combatir también las causas, los personajes y las fuerzas que de una forma u otra, por acción, por omisión o por ambas, contribuyen a crear las condiciones objetivas para la propagación del terror, más allá de lo evidente, más allá de la barbarie….

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