Macron: un 00-Rothschild

En la clasificación de los Agentes Secretos, Ian Fleming pasó de la Penicilina y nos enseñó que la Serie 00 del Imperio de su majestad, tenía licencia para matar. emmanuel-macron-mujer-640No es que los demás hicieran otra cosa, pero estos Selectos especiales gozaban de mayor impunidad. El “glamour” del asesino humanitario. Ahora, los Ultra-Totalitarios de la Globalización, los vástagos de una familia ejemplar por su omertá, disponen también de sus Agentes Especiales: con licencia para extirpar cualquier esperanza de libertad alguna, por imaginaria que sea. Macron es uno de sus mejores hombres.

Tras demostrar su excepcional habilidad para erradicar el Comercio (Trusts, Monopolios, Multi-Buitres, Estados avasallados, Supra-Organismos tiránicos, Hiper-regulación, Cuotas y cupos de imposible cumplimiento salvo permisos arbitrarios, sustitución de la producción por las finanzas en estafa de futuros y pirámides, degradación de la persona al nivel de detritus reciclable y pieza de meccano, y aculturización de género y culpabilidad perenne de incorrección perpetua) hasta hacernos añorar el ejemplo del Partido Comunista Chino como adalid de la economía libre y no proteccionista, la Mafia GLOBALIZADORA promociona a sus sicarios más genuinos. Los coloca en puestos clave.

Macron, brillante cerebro de la teoría inexistente, formado en la cuna misma del huevo globalizador, rescatador económico frustrado de un tardo-socialismo disuelto, fundador de un Movimiento Nacional light, es sin embargo una penosa víctima de su gigantesco Edipo aplastante. Casado con su adoptada Madre, una que sigue siendo su Maestra con 22 años cumplidos más que él, padece a diario el castigo de pasar un rato de rodillas cara a la pared, meditando sobre sus desobediencias. Después llega el perdón. Ni Deleuze ni Guattari pueden rescatarlo. Un goce atrabiliario.

La unanimidad y el cierre de apoyo entusiástico a su alrededor (”prietas las filas, camaradas”) es prueba evidente de lo mucho que los Globalistas se juegan en este envite. Y lo único divertido de este triste espectáculo es la pasión frígida de la Prensa Española (“¡que cuando besa, es que besa de verdad, y no por frivolidad!”). Prensa Manola, y no la del Merimée.

Top