El turismo es un gran invento

Como recién rescatado de una pesquería, entre mitad rape y rodaballo (en medios marineros se lo llama a menudo róbalo), un supuesto ministro nadal de energías marchitas y turismo, acaba de farfullarse algo así como que de “turismofobia” no va a tolerar ni un día más.

Hace un ratito he podido dejar de reírme. El nihilismo negro-rojo (anarco-comunista) es en España un Guadiana de acero recurrente. Persiste de forma contumaz. Con sus razones (¡que también las tiene, pillastres!), no cejará mientras algo quede en pie. Si la única Industria que nos queda es el Turismo (gracias al derribo y almoneda que impuso nuestra humillante admisión en la CEE), es preciso destruirla. Ninguna “autoridad” se jugará el cuello por impedirlo. Ni corona, ni gobierno, ni partidos, ni parlamentos, ni tribunales, pasarán nunca de cotorrear estupideces. ¡Derrotados se sueñan!

El Edipo que persiste en la Memoria (santurrona, hipócrita y podrida) exige una incineración definitiva. Ese “mundo nuevo de stalin y durruti que no para de crecer” es refractario a cualquier gallo alternativo en el corral. Como no existe, no aguanta existencia alguna. Lo tienen todo muy “madurito” en su constituyente de exterminio definitivo.

Se trata por tanto de la “solución final”. Destruido el Turismo, disuelta España, vencido y desarmado todo vestigio de libertad y de sentido común, han alcanzado las fuerzas republicanas sus últimos objetivos militares y la victoria total. ¡Viva la Nada!

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