Algunas reflexiones sobre la actual crisis del coronavirus

En toda circunstancia, por negativa que sea, podemos encontrar algún factor positivo. La actual crisis sanitaria y social provocada por el coronavirus no es una excepción. Nos enfrentamos de golpe a una crisis real, a una amenaza real, y de ella podemos sacar diversas enseñanzas.

La primera, tal como ha puesto en manifiesto Thibault Isabel en un reciente artículo, es que vivimos, ni más ni menos, la consecuencia de la globalización. Queríamos un mundo sin fronteras, una población nómada, en movimiento constante. Queríamos turismo de masas. Queríamos libre comercio. Queríamos un mundo “sin límites”, que “superara” todo lo que oliera a arraigo, tradición, limite, colectividad, sedentarismo. Pues ya lo tenemos, que nadie se queje de las consecuencias.

La segunda enseñanza es que aquellas comunidades políticas donde hay autoridad y disciplina social, como Rusia o China, han afrontado la crisis con mucha mayor eficacia. En Rusia, que cerró las fronteras inmediatamente, la epidemia prácticamente no ha entrado. En China, donde se origino la pandemia, prácticamente ya la han superado. Resulta que las fronteras SI sirven para algo.

El contrapunto está en los países de cultura anglosajona, donde el liberalismo se aplica de forma más radical, y donde el individuo es el sujeto y el protagonista de toda acción política. En USA no hay sanidad pública, para que “el Estado no coarte las libertades individuales”. Veremos si sus “libertades individuales” les sirven de mucho para combatir la epidemia. En Inglaterra, cuna del liberalismo y del darvinismo social, no quieren aplicar medidas, (no sea que se perjudique la economía) y esperan que el “laisser-fer” ponga las cosas en su sitio. Seguramente será así, pero por el camino morirán muchos ancianos y gente de grupos de riesgo. Daños colaterales y selección natural.

Las enseñanzas más próximas las tenemos a nivel nacional. La primera es la dificultad de afrontar una crisis como la presente con 18 gobiernos (17 autonómicos y uno estatal) especialmente cuando en el gobierno estatal conviven (más mal que bien) dos egos enfrentados.

Pero creo que la enseñanza más importante de esta crisis es haber puesto en manifiesto la autentica catadura moral de los dirigentes separatistas de Cataluña. Los que ya los conocíamos ya sabíamos como eran: supremacistas, fanáticos, intolerantes, insolidarios y estúpidos. En plena crisis se han puesto en evidencia, ya nadie puede tener dudas. Desde el miserable tuit de la Ponsatí, riéndose de los fallecidos en Madrid, hasta la actitud oportunista de Torra, nos revelan como son realmente.

Torra ha salido en tromba contra las medidas decretadas por el gobierno de España. Es probable que muchas de estas medidas sean mejorables y criticables, pero Torra carece de autoridad moral para hacerlo, pues lo único que le preocupa es que el separatismo ha perdido actualidad y no quiere dejar pasar la ocasión de adquirir protagonismo.

Torra parece olvidar que su consejera de Salud estuvo en la manifestación del 8-M y se mostró igual de irresponsable como la Irene Montero o las ministras del PSOE. Torra parece olvidar que fue su partido (antes llamado CiU y ahora JxCAT) quien hizo recortes drásticos en la sanidad catalana, que nunca fueron revertidos, y que están afectando gravemente la gestión de la crisis en Cataluña. Torra de mofa de los “llamamientos patrióticos” del gobierno de España, y a continuación hace un llamamiento “patriótico” a los catalanes, apelando al “país”.

Sabíamos que Torra siempre había sido un impresentable y un inútil. Ahora se ha hecho público.

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